Relevancia de la reedición del vinilo El Jazz En Chile por el musicólogo Alvaro Menanteau
Durante el año 1962 acontecieron sucesos de la más variada naturaleza. Fue el año en que Argelia se independizó de Francia, y Jamaica del Reino Unido. El Papa Juan XXIII (llamado el “Papa Bueno”) excomulgó a Fidel Castro, y el presidente Kennedy inició el bloqueo de Estados Unidos a Cuba. En otros ámbitos, se cuenta la realización del campeonato mundial de fútbol en Chile, la grabación del primer disco de Los Beatles, el nacimiento de Jodie Foster, Flea y Bono, mientras que fallecieron Hermann Hesse y Marilyn Monroe. Dentro de este variopinto listado de sucesos, cabe destacar que en octubre de 1962 se grabó en Santiago de Chile el primer disco de larga duración realizado por jazzistas locales, el LP El jazz en Chile.
Se trata de un disco LP (long play) publicado por Ediciones L.R.Ortiz, cuyo número de serie (L.R.3) nos indica que estamos en presencia de los inicios de la producción discográfica gestionada por Leonidas Ortiz. Su sello discográfico editó al menos un centenar de producciones a lo largo de la década de 1960, destacando grabaciones de jazz chileno, como los dos discos del cuarteto de Omar Nahuel (L.R.4, de 1963 y L.R.61, de 1965). El resto de su catálogo correspondía a melodías tradicionales de diferentes países (como Cantos de Siria, Libia y Palestina, o Cantos de Rapa Nui), melodías bailables del repertorio internacional (en los tres volúmenes del Grupo La Llave), tangos (como Rivoira tangos), y un largo etcétera.
Como se señaló anteriormente, este disco posee el valor histórico de constituir el primer registro en formato LP realizado por jazzistas chilenos. Previamente, desde principios de la década de 1940, se habían realizado registros en formato de disco 78 RPM, aquellos viejos discos de acetato o shellac tan frágiles que tendían a romperse debido a la rigidez del material con que estaban hechos. De aquellas décadas anteriores podemos mencionar los registros del guitarrista Luis Silva junto a su Quinteto Swing Hot de Chile, del violinista Nano Moya y su Quinteto de Jazz, o del Trébol Trío, conjunto dirigido por el guitarrista Francisco Blancheteau. Esas grabaciones fueron hechas por músicos profesionales, quienes además incursionaban en otros estilos de música popular, debido a sus condiciones laborales. Más tarde, en la década de 1950, el jazz dejó de ser música popular masiva, continuando su cultivo por músicos aficionados, generalmente asociados a clubes de jazz que surgieron tanto en Santiago como en las principales ciudades de provincia. Debido a esto, no se dispuso de grabaciones formales de repertorio jazzístico durante ese período; hasta que se grabó el LP que hoy se reedita.
Este disco de jazz se destacó por su cuidadosa producción. En primer lugar, su carátula (diseñada por Luis Ladrón de Guevara) llama la atención por sus colores vivos y un aspecto y textura artesanales; su contraportada contiene el listado de temas grabados, junto con los nombres de los ejecutantes. Un detalle interesante es que, en su interior y junto al disco propiamente tal, se incluía un folleto de ocho páginas, de tamaño 19,3 por 13,7 centímetros, que contenía una breve explicación del sentido de este LP y unas “notas al margen” escritas por el baterista y hombre de radio José Luis Córdova explicando en un lenguaje novelesco el origen de la producción. Este documento ha sido incluido en la presente reedición del vinilo que comentamos, lo que constituye un gesto que pone en valor no sólo el material sonoro asociado a esta producción.
El concierto que entonces organizaron Córdova y Ortiz se llevó a cabo el domingo 21 de octubre de 1962. El lugar escogido para realizar el concierto fue el auditorio de Radio Corporación, siendo Luis Marcos Stuven el ingeniero de sonido a cargo de la grabación.
En cuanto al registro sonoro mismo, se puede decir que se trató de una gran jam session, como esas reuniones informales en que los músicos de jazz se juntan por el puro placer de tocar juntos. Esta cualidad le da al disco un aire de espontaneidad y frescura. De los ocho temas contenidos en el disco, seis de ellos constituyen expresiones de pura improvisación por turnos, a partir de temas standard del cancionero norteamericano, habitualmente usado por los jazzistas para improvisar.
Los músicos chilenos que participaron de esta reunión improvisada fueron los trompetistas Lucho Aránguiz, Roberto Mono Acuña, y Eugenio Yuyo Rengifo; los saxofonistas Enrique Kiko Aldana y Fernando Mickey Mardones; los contrabajistas Iván Cazabón, Arturo Ravello y Julio Andrade; el trombonista Patricio Valenzuela, el pianista Hernán Prado y el baterista José Luis Lucho Córdova.
En oposición a las agrupaciones más o menos espontáneas que se conformaron en esta cita, también están registrados dos temas interpretados por el único conjunto estable y previamente ensayado que se presentó en aquella oportunidad: el cuarteto de Omar Nahuel, integrado por Patricio Ramírez en saxo alto, Alfonso Barrios en contrabajo, Orlando Avendaño en batería, y Omar Nahuel en piano.
Si bien esta grabación de 1962 también adolece de algunos puntos débiles (como algunas fallas en la ejecución musical y en la calidad del registro técnico original), ello no eclipsa su condición de registro histórico. Este fonograma nos ayuda hoy a valorar en su justa medida el nivel musical de aquellos músicos populares y aficionados, que interactuaban en la escena jazzística de la época.
El contexto de esta grabación improvisada, en el amplio sentido de esta expresión, es una imagen elocuente del pie en que se hallaban los jazzistas del circuito local, en una época de grandes cambios en la escena musical nacional e internacional. Por una parte, la irrupción del jazz moderno (bebop, cool jazz, hard bop) al interior de la escena local del jazz chileno representaba un punto de quiebre en el desarrollo de este género musical en Chile. Y más allá de la escena jazzística, la irrupción de la cultura juvenil, el rock & roll y la Nueva Ola, eran situaciones que consolidaban un nuevo momento modernista en el panorama general de nuestra música popular.
Aparte de valorar la relevancia histórica de este registro sonoro, hoy podemos celebrar la reedición de este fonograma, tanto en su formato LP como en una edición digital por el sello MONOPHONE RECORDS. Esperamos que esta producción, que hoy es motivo de alegría, contribuya a rastrear otras destacadas grabaciones de música nacional que, luego de décadas de olvido, aún no están disponibles en formato digital para el público general, el aficionado, el estudiante o para el profesional de la música. Es así como este cambio en el formato de grabación pasa hoy a representar un acto de rescate de la memoria sonora e histórica de nuestra música popular urbana.
Álvaro Menanteau